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Fiorano: el laboratorio de Ferrari

01 agosto 2017

Texto: Matt Master

El Circuito de Fiorano ha desempeñado un papel fundamental en el éxito de Ferrari dentro y fuera de las pistas.


Su nombre es sinónimo de velocidad y secretismo, repleto de historia, pero siempre a la vanguardia, a la altura de la rápida e imparable trayectoria de Ferrari: La Pista di Fiorano.

 

Enclavado a las afueras de Maranello, este pequeño y relativamente discreto circuito de 3 km ha alcanzado un estatus casi místico entre los expertos del motor. Un lugar donde se han perfeccionado algunos de los mejores coches de producción y de carreras de los últimos cincuenta años tras incontables horas de pruebas de velocidad.

Las semillas de Fiorano se remontan a la década de 1960, cuando un perspicaz Enzo Ferrari adquirió una pequeña parcela de terreno agrícola junto a la fábrica. Hacer pruebas en la vía pública y en el cercano Autódromo de Módena ya era incompatible con el creciente secretismo inherente al mundo del automovilismo contemporáneo.

 

En 1972 comenzaron las obras y un circuito en forma de ocho emergió gradualmente, tan cerca de los talleres que los automóviles de Fórmula Uno podían desplazarse hasta allí.

 

Hasta su fallecimiento en 1988, Enzo mantuvo una base en el circuito y desde dentro de los vetustos muros blancos de su cortijo reformado, con la puerta principal y las persianas de madera pintadas en el tradicional rojo brillante de la marca, podía disfrutar viendo a sus queridos coches de F1 pasar a toda velocidad. 

Los edificios adyacentes han evolucionado a lo largo de los años, de establos a garajes y, luego, a salas de conferencia con la última tecnología, mientras que las calles llevan nombres de la creciente familia Ferrari, con Via Nuvolari, Ascari y Gilles Villeneuve que desembocan en la Piazza Michael Schumacher, que quizás sea la mayor dedicatoria.

 

El circuito también ha avanzado con los tiempos, siendo ahora mucho más complejo de lo que sugeriría su limitado tamaño y diseño original. Sus innumerables curvas lentos y rápidas se diseñaron específicamente para poner a prueba los chasis en las frenadas, la elasticidad de un motor en la salida o su capacidad de mantener la entrega de combustible y aceite con fuerzas laterales altas.

 

En la década de 1990, cuando los avances tecnológicos comenzaron a hallar respuestas a veinte años de preguntas, se añadió una chicane seguida de una curva mucho más rápida al final de la recta de boxes. En 2000, también se instaló un sistema de riego que recoge y almacena agua de lluvia para crear condiciones de conducción sobre mojado en cualquier momento.

Esta compleja combinación de curvas mojadas/secas y la telemetría omnisciente permite a Fiorano simular no solo las diferentes dificultades de la mayoría de los circuitos del mundo, sino también las situaciones más extremas de la conducción real. El tiempo de vuelta de un vehículo nuevo en Fiorano se ha convertido en la prueba de fuego tanto para los aficionados como para los pilotos de pruebas.

 

Quizás no sorprenda que hoy en día la vuelta más rápida con un coche de carretera la ostente un LaFerrari, que consiguió un asombroso 1'20 en 2015, casi un segundo y medio por debajo del segundo más rápido el F12tdf.

 

Pero antes de que las restricciones de las pruebas acabaran con la presencia de los coches de F1 en Fioriano, fue el mismo Schumacher quien batió el récord absoluto de este circuito. Su F2004 cruzó la línea de meta en tan solo 0’55.999, una proeza que sin duda permanecerá imbatible.

A pesar de que Enzo lamentaría, sin duda, la ausencia de sus coches de F1 rugiendo por su jardín, la relevancia de Fiorano se mantiene intacta hoy en día, bien por la influencia externa o bien por el increíble progreso interno que facilita.

 

Ya sea como parte vital del folklore de Ferrari ya sea como trampolín de lanzamiento hacia el futuro, Fiorano aplica su inestimable valor científico, corroborado en 45 años de recopilación de información exprimiendo al máximo la capacidad de sus vehículos y sus pilotos.

 

La vertiginosa evolución continúa a buen ritmo y este glorioso capítulo de la historia de Ferrari sigue siendo una parte integral de su trepidante crecimiento.