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1979, Jody Scheckter campeón del mundo a la primera

04 dicembre 2019

Hasta la era de Schumacher, el ganador del último título de pilotos había sido Ferrari. Por ejemplo, el que ganó en 1979 Jody Scheckter, campeón del mundo al final de un año triunfal y en cuyo principio era casi inconcebible predecir una victoria. El mérito fue del rendimiento constante del sudafricano, de la fiabilidad del coche, el 312 T4, y de la ayuda imprescindible de Gilles Villeneuve, autor de algunas de sus mayores hazañas precisamente en esa temporada.

El campeonato comienza en Argentina el 21 de enero y sigue dos semanas más tarde en Brasil, demasiado pronto para poner en pista el nuevo coche. Tanto Villeneuve como el nuevo piloto Scheckter correrán con el viejo 312 T3. La expectativa de todo el mundo estaba depositada en el Lotus, el matador implacable del año anterior con Mario Andretti y Ronnie Peterson, mientras terminará sorprendiendo el Ligier. Jacques Laffite gana las dos carreras y se escapa en la clasificación.

Pasa un mes y la Fórmula 1 entra en escena en la tierra de Scheckter con Ferrari y su nuevo 312 T4. En Kyalami se califica Jean-Pierre Jabouille que consigue la pole, pero Renault es frágil y tanto él como René Arnoux se ven obligados a retirarse, dejando el campo libre a un "uno-dos" de Ferrari. Scheckter gana a Villeneuve por algo más de tres segundos, repitiéndose lo mismo en Long Beach y saltando a la cabeza del campeonato. La llegada a Europa propone una vez más al Ligier como ganador en España pero mientras Scheckter se defiende con un cuarto lugar, Villeneuve no consigue puntos, como sucedió en Bélgica, y gana Jody apoyando a Laffite que va a la cabeza. Dos semanas más tarde el sudafricano adquiere ventaja en el campeonato gracias a la victoria de Mónaco colocando también a Ferrari a la cabeza de la clasificación de Constructores.

El 1 de julio Villeneuve y Arnoux escriben una de las páginas más bellas de la Fórmula 1 con el duelo entre Ferrari y Renault en las últimas vueltas del Gran Premio de Francia. La casa transalpina gana su primer GP con Jabouille pero todas las miradas se dirigen a la batalla por el segundo puesto: rebufos, amagos y reducciones de marcha constantes entre Gilles y René. Pero el duelo es correcto y prevalece el canadiense.

Scheckter no marca puntos, pero a diferencia de Villeneuve, se coloca entre los seis primeros en el Reino Unido y Alemania, obteniendo un prestigioso segundo lugar en Holanda detrás del sorprendente Williams de Alan Jones. También en esa carrera el gran y desafortunado protagonista es Villeneuve que en la vuelta 11 adelanta a Jones por el exterior de la curva Tarzán, una maniobra inconcebible para cualquier otro piloto, y luego, después de un pinchazo, da una vuelta completa sobre tres ruedas antes de verse obligado a retirarse.

Jody llega al GP de Italia, programado en Monza el 9 de septiembre, con ocho puntos de margen sobre Laffite y diez sobre Villeneuve. Laffite por lo menos tiene que llegar en segundo lugar para poder seguir corriendo tras Scheckter. El autódromo de Monza está lleno de fans de Ferrari listos para pasar un día memorable. En la primera fila están los Renault, pero Scheckter se dispara y se coloca a la cabeza. Arnoux recupera poco después la primera posición pero su motor falla en la 13 vuelta acompañado por el rugido de la multitud. Lo mismo le ocurre al motor de ocho cilindros Ford del Ligier de Laffite en la 40 vuelta: los aficionados están locos de alegría.

Faltan diez vueltas para el final y si Scheckter gana la carrera será el campeón del mundo con dos GP de adelanto. Sólo puede estropear los planes del sudafricano Villeneuve, que en las últimas vueltas recupera algunos segundos a su compañero de equipo hasta coger su rebufo. Nunca lo ataca, por una cuestión de lealtad y amistad, pero también porque está convencido de que Scheckter merece el título y de que tendrá más oportunidades. Como en 1975, para el primer título de Niki Lauda, los Ferrari cruzan la línea de meta desfilando frente a una revuelta de aficionados. Jody Scheckter es el campeón del mundo en su primera temporada en Ferrari, como Fangio en 1956 y luego Kimi Raikkonen en 2007. En Maranello vuelve a celebrarse un día de fiesta.