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Carreras

El momento mágico de Montoya al volante del F2008

En la Finali Mondiali de este año, Juan Pablo Montoya se puso al volante de un Ferrari de Fórmula 1 por primera vez en su ilustre carrera
Texto: Ross Brown

Hay pilotos de gran éxito en la Fórmula 1 que son muy conocidos en Europa, pero que podrían caminar por las calles de Nueva York sin ser reconocidos. Juan Pablo Montoya no es uno de ellos. 


En la Fórmula 1, este colombiano de 46 años ha tomado la pole en Mónaco, Monza y Silverstone. Como piloto de la Indy Car, ha ganado dos veces la Indy 500. Como piloto de la NASCAR, ha completado nueve temporadas y fue nombrado Novato del Año en 2007.  Es uno de los conductores más conocidos sobre la faz de la tierra. 


Juan Pablo Montoya al volante del F2008 que ganó el título de constructores de Ferrari en 2008

Montoya nunca ha corrido para Ferrari. Su experiencia con la Scuderia ha sido como competidor conduciendo para Williams y McLaren. Sin embargo, eso no le ha impedido subirse al F2008 que en su día pilotó Philip Masa en las recientes exhibiciones de la Fórmula 1 Clienti en la Finali Mondiali de Mugello.   

  

Conducir un Ferrari después de tantos años de rivalidad en la Fórmula 1 debe de haber sido una experiencia interesante. 

Ha sido increíble ver el circuito engalanado de rojo y repleto de ferraristas para este evento. También porque siempre he considerado a Ferrari como el rival que tenía que batir en la pista y, cuando compites, te lo acabas tomando casi como algo personal. Pero esto ha sido sencillamente diversión total y, además, conducirlo en este contexto, rodeado de tanta pasión, ha sido mágico.


Montoya fue un invitado bienvenido en el reciente espectáculo de Fórmula 1 Clienti en la Finali Mondiali en Mugello

Ferrari ganó el Campeonato de Constructores con el F2008, lo que significa que también has estado al volante de un monoplaza especial para la historia de la Scuderia…

Así es. Mientras conducía tenía sentimientos encontrados: por un lado, quería pisar el acelerador y llevarlo al límite, pero por otro no quería arriesgarme a hacerle un solo rasguño a un coche que no era mío. Creo que he conseguido encontrar el equilibrio adecuado.


Tu hijo de 16 años, Sebastián, no es ajeno a Mugello, ya que corre en la F4 italiana. ¿Cómo se compara con su padre?

Es mejor que yo. Es muy competitivo en todo. Hasta quiere ser el primero en recordar el nombre de una canción en la radio ¡imagínate al volante! Su objetivo es llegar a la Fórmula 1, pero también se toma muy en serio los estudios y los entrenamientos. Así que, como padre, no puedo quejarme.


"Quería pisar el acelerador y llevarlo al límite" - Montoya pilota el F2008 por el circuito de Mugello


También tienes dos hijas, Paulina, de 15 años, y Manuela, de 11. ¿Comparten tu pasión por el automovilismo?

A Paulina le encanta la Fórmula 1. Sabe más que yo sobre las carreras y los pilotos actuales. También es una gran seguidora de Lando Norris, aunque tenga una foto de Charles Leclerc como salvapantallas del teléfono.


Por último, Ferrari ha ganado dos títulos de la categoría en el Campeonato Mundial de Resistencia de este año y volverá a estar entre los prototipos en 2023. Habiendo competido en tres 24 horas de Le Mans, ¿puedes explicar qué tienen de especial las carreras de resistencia? 

Cuando corría en la Fórmula 1, la verdad es que no entendía qué tenían de bueno las carreras de resistencia. Parecía ridículo competir durante 24 horas y compartir el coche con otros pilotos. Luego lo probé y lo entendí. El encanto de Le Mans, por ejemplo, es indescriptible. Como piloto, es una experiencia que hay que tener.


Y lo que es aún más emocionante es conducir Le Mans de noche. Entonces, cuando empieza a amanecer y la luz entra lentamente e ilumina la pista, ¡es alucinante! Además, como la pista tiene casi 14 km de longitud, puede que no haya tráfico durante largos tramos y, como no hay iluminación, ni siquiera puedes ver el guardarraíl sin encender las luces en la más absoluta oscuridad. Miras el retrovisor: nadie. Miras hacia delante: nadie, ni un alma. Una vez di dos vueltas en esas condiciones y en un momento dado pregunté por radio: «¿Dónde se ha metido todo el mundo? ¿Ha pasado algo? No estoy muerto, ¿verdad? ¿Me han condenado a correr en un circuito vacío por toda la eternidad?». Y solo me tranquilicé cuando me respondieron.