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Pasión

Historias de amor venidas de Australia

En nuestra última entrega sobre las asombrosas colecciones de cuatro de los propietarios más veteranos de la marca, conocemos a Graeme Kirk, que comenzó su colección hace cuarenta y un años con un 308 GTB…
Texto: Kevin M. Buckley
Fotos: Lou D'Angelo

Graeme Kirk es un australiano sin pelos en la lengua al que le gusta ir directamente al grano. Cuando le preguntamos por qué un colegial de Melbourne de los años 60 tenía pósters de coches de serie de Ferrari en la pared de su cuarto, responde: «Ferrari siempre ha sido famoso por fabricar los mejores coches deportivos. Y yo quería lo mejor». 


Con esa misma determinación, teniendo solo 24 años logró hacer realidad su sueño de juventud, «a base de ahorrar, hacer negocios y trabajar mucho». Era un 308 GTB de segunda mano, tres años de antigüedad y 5000 kilómetros. De aquello hace ya unos cuarenta y un años. 


Graham al volante de su 'daily drive' plateado, la última de muchas spider que ha coleccionado durante más de treinta años

Tras un paréntesis de una década, ya entrado en la treintena, se dedicó a montar su negocio de recambios para automóvil. Y compró una casa. «Luego volví a comprarme un Ferrari y desde entonces no he parado». El coche que selló su «regreso» era un 355 GTS. «Era el coche del momento y siempre me han gustado los V8», afirma con naturalidad. 


En la actualidad, la colección de Kirk está formada por un amplio abanico de modernos Ferraris V8 y V12, que abarcan desde grandes turismos hasta ediciones especiales para la pista, incluidos un F8 Spider, un 575M Maranello, un 488 Pista Spider, un Portofino, un 599 GTB Fiorano y un 812 Superfast. Tiene pedidos un 812 Competizione A y el SF90 Spider. Rara vez, por no decir nunca, se ha desprendido Graeme Kirk de uno de sus coches. «Yo no vendo coches; los compro», dice con rotundidad. Muchos los guarda manteniendo cuidadosamente un bajo kilometraje.


Su actual vehículo diario es su querido F8 Spider, «en color plata, para no destacar mucho», añade. «Es curioso, cuando llego al trabajo el aparcamiento está lleno de coches americanos». Al igual que su padre, siempre ha estado «en el negocio de los coches», y su empresa de recambios es ahora líder en el suministro de «motores V8 para el mercado de los “muscle cars” americanos aquí en Australia».


Después de construir su negocio de autopartes «volví a comprarme un Ferrari y desde entonces no he parado»

¿Siente por los descapotables una inclinación que él describe descaradamente como su «magnífica obsesión»? «¡Desde luego!», confiesa alegremente. «El 60 % de mi colección está formada por convertibles. La única razón por la que compraría un coche de techo rígido es que no estuviera disponible en versión descapotable». 


Para Kirk, no se trata solo de una cuestión de estética. «En absoluto». Para él es más bien algo visceral. «El sonido del coche se oye mucho mejor. Si alguna vez tengo que conducir el spider con la capota levantada, bajo las ventanillas traseras para poder seguir oyendo el motor». 


Se entusiasma por momentos al intentar describir qué es lo que tanto le atrae de un Ferrari descapotable. «Es...», comienza, y luego hace una pausa, afanándose por traducir en palabras lo que ha sido una parte tan importante de casi toda su vida adulta. «Es el aire libre. La sensación de “inmensidad”, supongo. La sensación de no estar “encerrado”. Eso es lo que no me gusta de los coches de techo rígido». 

El 575M Maranello de Kirk al fondo y su F8 Spider al frente

Tanto su 488 Pista Spider como su Portofino son resultado del proceso Tailor Made. El segundo «está inspirado en la historia del automovilismo australiano» y luce una franja asimétrica. En lugar de un interior de cuero, optó por la lona Kvadrat Gloss. «Es un tejido de alta calidad que cambia de color cuando se ve desde diferentes ángulos». 


Pero de todos sus coches, al que está más apegado es su 488 Pista Spider. «Probablemente porque me esforcé mucho en su diseño». Visitó a los especialistas de Tailor Made en Italia y se decidió por un interior personalizado de Alcantara con detalles a juego en el exclusivo tono del color de la carrocería: Kirk Orange. «Es una especie de naranja tostado», explica. «Desde que hice el pedido del coche hasta que lo recibí, probablemente pasaron tres años». Señalando su detallada «placa de especificaciones», asegura: «Estoy muy orgulloso de él, es uno de los Pista más avanzados que hay». El año que viene tiene pensado personalizar un 812 Competizione.


Su actitud práctica implica lavar personalmente a mano sus queridos modelos. «¡Me encargo yo! Los domingos por la mañana llevo al perro a pasear por allí. Cuando hace sol, no hay nada como sacar el coche y lavarlo».


Adentrándose ya en su quinta década, la magnífica obsesión de Graeme Kirk sigue viva.