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El legado comunicativo de Enzo

18 febbraio 2019

Chris Rees

El 18 de febrero de 2019 Enzo Ferrari habría cumplido 121 años. Celebramos su eterno legado examinado su singular estilo de comunicación


Enzo Ferrari nació el 18 de febrero de 1898. Ya no puede hablarnos directamente, pero aún puede expresarse a través del gran legado de apuntes, cartas e historias que dejó. Durante 40 años, los resultados de las carreras de Ferrari fueron rigurosamente documentados. Están encuadernados en volúmenes anuales y son unas memorias fascinantes de las actividades de Ferrari en el mundo de las carreras. Piero, el hijo de Enzo, también llevaba diarios de todas las citas y llamadas telefónicas importantes de su padre, con anotaciones y comentarios escritos de su puño y letra.

 

Los informes de las carreras, en particular, nos permiten entender cómo un constructor italiano, aislado de los demás constructores y equipos, casi todos con sede en Inglaterra, siempre estuvo en la cima. Ferrari escuchaba, asimilaba los informes detallados que recibía de las carreras, y luego tomaba sus decisiones.

 

Estos informes revelan un aspecto esencial de Enzo Ferrari: también quería encargarse directamente de las cuestiones técnicas. Por ejemplo, Enzo no dudó en pasar de los motores V12 a los de cuatro cilindros —lo que le valió dos títulos mundiales— y más tarde regresar a los motores V6. Y cuando decidió que había llegado el momento de que los motores turbo debutaran en Fórmula Uno, expuso detalladamente cuáles eran los requisitos técnicos. Enzo Ferrari era un verdadero líder, rápido a la hora de tomar decisiones; no admitía discusiones. Cuando Niki Lauda anunció, en 1977, que se marchaba tras ganar dos títulos mundiales, Ferrari se lo tomó bastante mal. 

A falta de tres carreras para el final del campeonato, Lauda se alojaba, como de costumbre, en el hotel de Maranello y dejó su Fiat 131 de empresa en el aparcamiento. Por la mañana, al ver que el coche no estaba, llamó a Ferrari para decirle que se lo habían robado. Y la respuesta fue la siguiente: ‘No, no lo han robado. Ferrari se ha llevado el coche que es suyo.’ Ni siquiera su predilecto, Gilles Villeneuve lo tuvo fácil. Piero recuerda la indignación de su padre por el modo en que el canadiense maltrataba los coches. Y no sólo los coches de carreras. "Cuando Gilles llegaba, jamás aparcaba como los demás. Hizo un derrape de 180º para aparcar el coche y lo cuadró. Mi padre se puso hecho una furia."

 

Un método muy peculiar que utilizaba Ferrari para gestionar las carreras eran las famosas llamadas de teléfono que le hacían desde el circuito. Eran llamadas difíciles, incluso cuando las cosas iban bien. Cuando Franco Gozzi le comunicó que Ferrari había conseguido los tres primeros puestos en el Campeonato del Mundo en Nürburgring, Enzo Ferrari se limitó a preguntarle: "¿Y el cuarto coche?" El cuarto, como probablemente Ferrari ya sabía, estaba destrozado. Ferrari seguía de cerca a sus pilotos. En 1979, reprendió personalmente a Jody Scheckter por haber criticado la "falta de organización de Ferrari" ante la prensa. El piloto dijo que había "hablado en caliente, nada más terminar la carrera", pero Enzo Ferrari le demostró que no era cierto enseñándole la entrevista que había concedido a una revista.

 

Para Enzo los protagonistas indiscutibles de las carreras eran los coches. Para mantener a su equipo concentrado en los errores que no debían cometer, Ferrari inventó "el armario del error", un juego de palabras con la expresión "la casa del terror". Se trataba de un armario que contenía piezas que se habían roto y habían causado una retirada. Cuando un ingeniero o técnico proponía una solución que ya había causado problemas, Ferrari lo llevaba a su armario de los "errores" para mostrarle el objeto en cuestión.

 

El de Enzo era un idioma que no requería muchas palabras. Era el idioma de una época en la que no había radios ni teléfonos móviles, en la que cada uno desempeñaba su papel y pagaba por sus propios errores, si los cometía. Sobre todo, era el idioma que contribuyó a la leyenda de Ferrari, una leyenda que sigue creciendo con el paso de los años.