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Carreras

Regreso a la grandeza: Arturo Merzario

Tras el debut de este año del Ferrari 499P en Sebring, que puso fin a medio siglo de ausencia de la Scuderia en la máxima categoría del Campeonato Mundial de Resistencia, Arturo Merzario, la leyenda del automovilismo, recuerda la emoción de conducir su 312 PB en las 24 Horas de Le Mans de hace unos 50 años
Texto: Pino Allievi

Con la presentación del tan esperado hipercoche 499P en el circuito de Sebring el mes pasado y su próxima asistencia a Portimão (Portugal) con los autos no. 50 y 51 pilotados por Fuoco/Molina/Nielsen y Pier Guidi/Calado/Giovinazzi, recordamos la última vez que Ferrari participó en la categoría élite: Le Mans 1973, con el 312 PB de Merzario-Pace. 

El coche pudo haber logrado una victoria histórica, pero en cambio acabó siendo, en las cáusticas palabras de Enzo Ferrari, «el primero de los perdedores». En otras palabras, el segundo, a seis vueltas del ganador, el Matra de Larrousse-Pescarolo. 


El Ferrari 312 PB de Arturo Merzario y su compañero de equipo brasileño Carlos Pace camino del segundo puesto en la última aparición de la Scuderia en la máxima categoría en las 24 horas de Le Mans de 1973

Arturo Merzario, originario de Como, localidad del norte de Italia, había disfrutado en Le Mans de un liderazgo dominante con el 312 PB junto a Carlos Pace, su compañero de equipo brasileño, y habrían dominado la carrera si, cuando la noche empezaba a caer, el habitáculo no se hubiera inundado de repente. Y lo que entraba no eran cinco centímetros de agua, sino de gasolina.

Como es lógico, cundió el pánico: «Tenía el mono empapado y me aterrorizaba la posibilidad de que se produjera un incendio», recuerda hoy Merzario. «Conduje muy despacio desde la recta de Mulsanne hasta los boxes, sin frenar por si saltaba alguna chispa. El depósito derecho se había averiado. Los mecánicos hicieron su milagro habitual y consiguieron que una larga reparación pareciera corta. Salimos de nuevo con una diferencia de 15 vueltas que al final de la carrera habíamos reducido más de la mitad. Habríamos ganado fácilmente...», suspira, con una decepción todavía evidente.

Merzario, con el físico de un jinete y sombrero de vaquero, recuerda cada detalle con claridad y gran pasión, pero también con pesar: ese fue su mejor resultado en cuatro ediciones de las 24 Horas francesas y, sin embargo, ni siquiera tiene un trofeo para recordarlo: «En cuanto crucé la línea, me cambié, me subí al coche que me esperaba y fui directamente al aeropuerto de Orly...».


A pesar de los cincuenta años que pasaron desde que estuvo al volante en Le Mans, Merzario no ha perdido nada de su pasión por las carreras, y aún desea poder participar incluso a los 80 años

Parecía que un maleficio se cernía sobre él en esta carrera, un reto que Merzario ya había abordado tres años antes en otro Ferrari, el 512 S: «Era realmente potente, pero conducirlo en el circuito de La Sarthe fue pan comido, ya que era magnífico en las curvas rápidas. Su punto débil estaba en las curvas cerradas, que simplemente no podía manejar».

»En cambio, el 312 PB tenía un chasis increíble y era estupendo en cualquier situación. Era un coche extraordinario, mucho mejor que cualquiera de nuestros competidores, incluidos el motor y la caja de cambios. Tenía un pequeño problema: debido a su posición, los amortiguadores tendían a calentarse y a “ablandar” la suspensión, pero era algo que podía compensarse con facilidad».


Merzario espera su turno para conducir en los 'Spa 1.000km' de Bélgica en 1972, carrera que ganó junto a Brian Redman

Según un cálculo inevitablemente aproximado, Arturo Merzario ha disputado más de 1300 carreras. Y hoy, desafiando sus 80 años, continúa compitiendo con coches clásicos en diversos lugares del mundo.

Sin embargo, todavía tiene clavada la espina del Le Mans de 1973: «Conseguí la pole position, que se había convertido en la clave de las carreras deportivas porque siempre conducías al límite, casi sin táctica. Así que tomé fácilmente la delantera.

A Carlos Pace no le gustaban especialmente las carreras de larga distancia, así que en esa competición conduje durante 18 horas y 36 minutos, pero no me quejé. Siempre me ha encantado mi trabajo. Si fuera por mí, estaría siempre al volante».

Merzario y 'The Dragon' Sandro Munari terminaron cuartos en el Osterreichring en sus 312 PB en los '1.000 km de Austria' en 1972

Hoy en día hay un enfoque científico para preparar una carrera de las 24 Horas, con un equipo de especialistas que se encarga de la dieta, los patrones de sueño y el aspecto psicológico. Pero no siempre ha sido así: «Por aquel entonces éramos los pilotos quienes acordábamos los turnos de conducción. No había preparación física para una carrera tan larga. Corría casi todos los domingos y el entrenamiento se producía automáticamente. En los descansos, a menudo dormíamos en el coche aparcado detrás de los boxes, oyendo el ruido de los coches rivales. Los mecánicos se echaban la siesta apoyados en los neumáticos». 

Con el paso del tiempo, Merzario dejó gradualmente de competir con prototipos, como había hecho Ferrari en 1973: «Ya no era posible competir en todas las categorías. Enzo me lo dijo sin ambages: consideraba los Grandes Premios de la Fórmula 1 como una diversión dominical. Prefería las carreras de ruedas carenadas, pero se vio obligado a concentrarse en los monoplazas. Los tiempos habían cambiado».