Equipado con un motor V12 con cuatro árboles de levas en cabeza movidos por cadena, significó un progreso importante respecto al propulsor con un solo árbol por bancada. Además de ser más potente, este motor pesaba nueve kilos menos y era más fiable. En las trágicas Mille Miglia de 1957, escenario del terrible accidente que tuvo De Portago, Piero Taruffi condujo el 315 S a la victoria, en la que también fue la prueba final de su carrera deportiva.