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Carreras

Héroes olvidados: Tony Brooks

Tony Brooks era conocido como el «dentista de las carreras», y ganó su primera carrera de Fórmula 1 mientras estudiaba para sus exámenes finales
por Gavin Green

Brooks era hijo de un cirujano dental y comenzó a competir en 1952. Al principio corría en los eventos del club del Reino Unido con el Healey prestado de su madre.

Tony Brooks era conocido como el «dentista de las carreras», y ganó su primera carrera de Fórmula 1 mientras estudiaba para sus exámenes finales. Llegó a ser jefe del equipo Ferrari de F1 en 1959, y se convirtió en el cuarto piloto de los Grandes Premios de Fórmula 1 con más victorias en la década de los 50, después de Juan Manuel Fangio, Alberto Ascari y Stirling Moss. 

Brooks se pasó a Ferrari en 1959 y se encargó de defender el título Mundial de la Scuderia logrado en 1958

Su gran oportunidad llegó cuando la pequeña escudería inglesa Connaught le pidió que corriera en el Gran Premio de Siracusa (Sicilia) de octubre de 1955, una carrera no puntuable. Brooks ya prometía en la Fórmula 2 y en las carreras de coches deportivos, pero esto suponía un salto importante: iba a medirse con pilotos de la Fórmula 1 del calibre de Luigi Musso y Luigi Villoresi.

Jamás había pilotado un coche de F1 y tampoco conocía el circuito, así que alquiló una Vespa para aprendérselo. La fecha de los exámenes finales de la carrera odontología se acercaba. «Estudié durante el vuelo y no pensé mucho en la carrera», declaró Brooks más tarde. Aún veía las carreras como un hobby, una distracción placentera de mis estudios de odontología. El universitario de Manchester acabó imponiéndose a Musso por 51 segundos y fue el primer piloto británico en ganar un Gran Premio con un coche británico desde 1924. 

Brooks era conocido como el dentista de las carreras, y empezó a competir en 1952, en los eventos del club con el Healey prestado de su madre

Una victoria que hizo el mundo de la F1 se fijara en este joven piloto de 23 años. Ganó su primer GP del Campeonato del Mundo en 1957, precisamente el de Gran Bretaña, al que le siguieron otras tres victorias en 1958. Una muestra de la habilidad de Brooks es que logró esas victorias en los circuitos «clásicos», célebres por poner a prueba y premiar a los verdaderos talentos: Spa, Nürburgring y Monza. 

En 1959, pasó a Ferrari y se encargó de defender el título Mundial de la Scuderia logrado en 1958. El año 1958, a pesar de los buenos resultados, fue un año trágico para Ferrari. Fallecieron dos de sus mejores pilotos: Luigi Musso y Peter Collins. El campeón del mundo Mike Hawthorn, impactado por esas muertes, se retiró de las carreras, aunque desgraciadamente también falleció en un accidente de tráfico a principios de 1959. 

«Era un deporte muy peligroso, cualquier error podía ser definitivo.» Tony Brooks

Al volante del 256 F1 con motor V6, Brooks logró una heroica victoria en Reims en el Gran Premio de Francia y en el circuito de Avus (Berlín), sede del GP de Alemania de ese año, que es uno de los trazados más rápidos del mundo. Fue una temporada decisiva, el año en que los coches con motor central trasero empezaron a dominar la Fórmula 1. Brooks tenía posibilidades de hacerse con el título en la última prueba de la temporada de 1959, el Gran Premio de Estados Unidos disputado en Sebring. Sus rivales eran el australiano Jack Brabham con el nuevo Cooper de motor central trasero y Stirling Moss. 

En la primera vuelta, Wolfgang von Trips, compañero de equipo, impactó contra el coche de Brooks. Brooks temía que se hubieran producido daños.  Y, como no quería arriesgar su vida con un coche dañado, entró en boxes para que examinaran su Ferrari. El coche estaba en buenas condiciones y Brooks continuó la carrera, que terminó con un magnífico tercer puesto. Muy probablemente, su prudencia le costó el Mundial, porque ni Moss ni Brabham lo tuvieron nada fácil. 

Tony Brooks se convirtió en el cuarto piloto con más victorias en los Grandes Premios de la década de los 50, después de Manuel Fangio, Alberto Ascari y Stirling Moss (en la foto) 

Terminó la temporada en segundo lugar en la clasificación general, detrás de Brabham. Sin embargo, declaró no estar arrepentido. Había visto demasiadas muertes como para correr riesgos innecesarios. «Era un deporte muy peligroso», declaró más tarde. «En los años 50, morían todos los años tres o cuatro de los mejores pilotos. Cualquier error podía ser definitivo».

Tras la temporada de 1959, Brooks no volvió a ganar ningún otro Gran Premio. Estuvo compitiendo dos años más y, después, muy consciente del peligro que entrañaba, se retiró a la edad de 29 años. Brooks y su mujer Pina se trasladaron al Reino Unido, donde dirigió un próspero concesionario de automóviles. Hoy en día es el único piloto superviviente de la década más peligrosa del automovilismo, y vive tranquilamente en Surrey, en el sur de Inglaterra, a sus 89 años.