La primera Targa Florio

19 marzo 2019

La Scuderia Ferrari ha conquistado casi todas las competiciones de automovilismo más prestigiosas a lo largo de su historia. Una de ellas es sin lugar a dudas la Targa Florio, un auténtico maratón automovilístico siciliano que se disputaba en las colinas de los alrededores de Palermo. En 1932, la carrera cambia su trazado original conocido como Grande Circuito delle Madonie y pasa a disputarse en un nuevo trazado de 72 kilómetros denominado Piccolo Circuito. Como resultado, la Targa Florio cambió sustancialmente: la velocidad media era ahora mucho más alta debido al menor número de curvas y pendientes ascendientes; los corredores pasaban con mayor frecuencia y velocidad ante los espectadores, para disfrute de estos.

Inalcanzable Nuvolari. Tazio Nuvolari compite con el Alfa Romeo 8C 2300 de la Scuderia Ferrari y lidera la carrera desde la primera vuelta, en la que establece el récord de velocidad media en 81,432 km/h, que mejoraría al paso por la segunda vuelta, estableciéndolo en 81,672 km/h. Nuvolari completa las ocho vueltas de la carrera con una media de récord. En segunda posición, a 6 minutos del ganador, llega otro piloto de Enzo Ferrari: Baconin Borzacchini, que firma también una gran carrera. A los aficionados que celebran la victoria de Nuvolari se acerca un repartidor de telégrafos. ¿Otro aficionado? No. Ha llegado un telegrama para el campeón de parte de Gabriele d'Annunzio, apodado il Vate: el poeta, novelista, artista y militar se enteró de la noticia por la radio y quiso felicitar al ganador inmediatamente.

En palabras de Ferrari. Enzo Ferrari también escribió sobre aquella victoria en su Le briglie del successo. «Tazio Nuvolari se incorporó a la Scuderia Ferrari, de la que sería su abanderado en poco tiempo. Ya por entonces era ese hombre decidido y cáustico al que pocos amigos llegarían a conocer en profundidad. Recuerdo la Targa Florio del 1932, en la que logró una victoria memorable estableciendo además un récord que perduraría veinte años, hasta 1952 […]. Para aquella edición, Nuvolari me había pedido un mecánico que pesara poco, como él, o menos si era posible. Hay que tener en cuenta que la Targa Florio, al igual que la Mille Miglia de entonces, se disputaba en parejas. Así que le presenté a Paride Mambelli, un muchacho de Forlì que me había sugerido Gigione Arcangeli. Tazio miró al chico, le preguntó si tendría miedo de competir junto a él y, finalmente, le recomendó que estuviese atento a los gritos que daba cada vez que tuviera que tomar una curva demasiado fuerte, a fin de estar prevenido ante una posible salida de la carretera. Cada vez que gritara, Paride debía lanzarse bajo el salpicadero para que el centenar de soportes lo protegieran en caso de vuelco. Al regresar de Palermo, le pregunté Paride cómo había ido, y me respondió toda franqueza: "Nuvolari empezó a gritar en la primera curva y paró en la última. Así que he estado agachado durante toda la carrera"».

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