El debut del Cavallino Rampante
La historia del Cavallino Rampante es extraordinaria y fascinante: ese símbolo estaba pintado en la carlinga del avión de guerra de Francesco Baracca, el famoso as de la aviación italiana de la Primera Guerra Mundial. Por tanto, era ya algo conocido y admirado, pero se convertiría en sinónimo de belleza, éxito y leyenda a partir de 1932.
El 17 de junio de 1923, un encuentro muy particular entrelazó los destinos del Cavallino Rampante y de Enzo Ferrari. Ferrari lo recordaba con estas palabras en sus escritos: «Cuando en 1923 gané el primer circuito del Savio, que se disputaba en Ravenna, conocí al conde Enrico Baracca y posteriormente a la condesa Paolina, los padres del héroe. Fue la Condesa quien un día me dijo: "Ferrari, ¿por qué no pone en sus coches el cavallino rampante de mi hijo? Le traerá suerte". El Cavallino era y seguirá siendo negro; yo añadí el fondo amarillo canario, que es el color de la ciudad de Módena».
Sin embargo, el símbolo del Cavallino Rampante no se exhibiría en los coches de la Scuderia Ferrari hasta el 9 de julio 1932. Y lo hizo, naturalmente, en los Alfa Romeo, los coches que utilizaba la Scuderia en aquella época. Fue en las 24 Horas de Spa, una gran clásica de las carreras de resistencia que se disputaba en un exigente circuito por las carreteras que unen algunos pueblos de las Ardenas, en Bélgica. Aquel Cavallino Rampante negro realmente trajo suerte a Ferrari: de hecho, la carrera estuvo dominada por el 8C 2300 MM de la Scuderia. Los vencedores fueron Antonio Brivio y Eugenio Siena, que cruzaron la línea de meta por delante del coche de sus compañeros Piero Taruffi y Guido d’Ippolito.
Con la fundación de Ferrari en 1947, la enseña se convirtió en el símbolo de la marca del fabricante, que hoy en día es el más importante y conocido del mundo. Estaba, naturalmente, en el primer Ferrari, el 125 S, y también acompañó a Franco Cortese en la primera victoria de un coche construido en Maranello, en el Circuito de las Termas de Caracalla, sede del Gran Premio de Roma de aquel mismo año.
La Scuderia Ferrari, con su glorioso Cavallino Rampante, se ha convertido con el tiempo en el equipo más laureado de la historia, capaz de lograr miles de victorias en las carreras más prestigiosas del mundo, tanto en Fórmula 1, donde se ha hecho con 16 títulos de Constructores y 15 de Pilotos, como en competiciones de resistencia (nueve victorias en las 24 Horas de Le Mans, dos en Daytona, cinco títulos mundiales de la FIA WEC), en carreras de montaña e incluso en rallies.