Leclerc y el Ferrari Portofino

01 febrero 2018

Jason Barlow

El piloto de F1 Charles Leclerc prueba el Ferrari Portofino en la comuna liguriana de mismo nombre


Cuando invitamos a Charles Leclerc a pasar un día en Portofino, el joven piloto de la Ferrari Academy no se lo pensó dos veces.

 

Aunque no acudió allí solo para admirar las bonitas edificaciones en tonos pastel que, aferradas a las escarpadas pendientes, se alzan sobre el pequeño puerto.

 

Por el contrario, esta promesa de la F1 de 20 años se enfrentaba al difícil reto de poner a prueba el brioso nuevo Ferrari Portofino en las intrincadas carreteras costeras que rodean la glamurosa comuna homónima del descapotable: una aldea pesquera increíblemente bonita, guarecida en un rincón de la costa liguriana de Italia.

 

A pesar de que en la Academy Leclerc ya había pasado un tiempo nada desdeñable al volante de un envidiable conjunto de coches (el 458 Italia, el 488 GTB, el F12tdf o el 812 Superfast), quedó muy impresionado con el nuevo Portofino.

"Me encanta su aspecto; tiene unos rasgos más marcados y agresivos que el Ferrari California T", comentaba con entusiasmo.   

A pesar de que el Portofino cuenta con un motor V8 biturbo de 3,9 litros que desarrolla 600 CV, los ingenieros de Maranello dedicaron mucho tiempo y esfuerzo a crear un nuevo chasis especialmente diseñado para reducir el peso global del vehículo.

 

Por su parte, Leclerc lleva la competición en la sangre. Nació y se crió en el Principado de Mónaco, en la Costa Azul francesa, donde creció maravillado con toda la pompa de la competición de Fórmula Uno que cada año transforma las sinuosas calles de la ciudad en el que probablemente es el circuito más difícil del mundo.

 

Claramente deseoso de seguir los pasos de su padre Hervé, quien ya contaba con un respetable historial como piloto amateur de Fórmula 3, Charles recuerda haberse sentado en un asiento de piloto por primera vez con tan solo cuatro años.

No obstante, por desgracia, en junio del año pasado Hervé falleció a los 54 años de edad. Su pérdida, además de un duro golpe en lo personal, supuso una difícil prueba para el temperamento y la dedicación a este deporte del joven piloto de Ferrari, ya que se produjo tan solo tres días antes de la cuarta vuelta del Campeonato de Fórmula 2 en Bakú, Azerbaiyán, en la que tenía previsto competir.

 

Y Leclerc optó por hacerlo.   A pesar de la enorme presión a la que estaba sometido, salió desde la pole, ganó la primera carrera y fue subcampeón en la segunda.

Fue una impresionante demostración de templanza, algo que sin duda nos permite augurarle un brillante futuro como piloto.

Leclerc se convirtió en el ganador más joven de una competición de apoyo de la F1 de la historia y en el primer campeón "rookie" desde Nico Hulkenberg en 2009.

 

Cuando lo presionamos para que nos confesara quién es su ídolo en este mundillo, señaló a Ayrton Senna y recordó cómo, cuando era niño, insistía a su padre, Hervé, para que le contase más cosas sobre él.

 

"Me gustaba la filosofía de Senna", explicaba. Y añadió: "En ocasiones, cuando es mejor conseguir puntos que hacer un movimiento en falso con el que se arriesgue demasiado, sé cómo calmarme y llevarme los puntos a casa". Sin duda estamos ante un prometedor talento de la Academy que seguirá dando mucho que hablar en el futuro.

 

Mientras tanto, al tomar las cerradas curvas con vistas al brillante Mediterráneo al volante del Ferrari Portofino no podía contener su entusiasmo por el coche: "¡Es increíble! Ruge cuando quieres que lo haga, pero si cambias al modo regular, es cómodo y silencioso. Conducir cualquier Ferrari es toda una experiencia, pero este me encanta".