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Grandes victorias de Ferrari: El Gran Premio de España de 1981

A menudo, Gilles Villeneuve es considerado como el mayor héroe de Ferrari en la Fórmula 1 y probablemente su mejor triunfo fue su victoria en España

Gilles Villeneuve era un favorito de Enzo Ferrari.

El piloto canadiense le recordaba al gran Tazio Nuvolari, piloto de la Scuderia Ferrari —que entonces corría con automóviles Alfa Romeo— en los años 30. 


Era pequeño, rápido, valiente y apasionado por las carreras, como Nuvolari. Su compañero de equipo en Ferrari, Jody Scheckter, campeón del mundo en 1979, consideraba a Villeneuve el piloto más rápido de la historia del automovilismo. Muchos lo consideran el mayor héroe de Ferrari en la Fórmula 1.


Gilles Villeneuve era pequeño, rápido, valiente y apasionado por las carreras. Su mayor victoria fue probablemente la última, el GP de España de 1981

Su trayectoria en la Fórmula 1 fue comparativamente corta, al igual que su vida. Se unió a la Scuderia como novato a finales de la temporada de 1977 y pronto se convirtió en el debutante más interesante de la generación. En 1979, Scheckter le arrebató el título por muy poco, a pesar de que Villeneuve solía ser el piloto más rápido. Ganó seis Grandes Premios para Ferrari y su mayor victoria fue probablemente la última, el GP de España de 1981.


Aquel año, Ferrari presentó su primer coche de Fórmula 1 sobrealimentado, el 126C con motor V6. Era famoso por su prodigiosa potencia y su velocidad en las rectas, pero era igualmente notorio por su dificultad de manejo. El turbo lag era un problema en todos los primeros coches de carreras con turbocompresor y el 126C carecía de la fluidez de manejo de sus rivales. 


La primera victoria del coche, en Mónaco, fue una sorpresa. Para el nuevo coche no parecía adecuado un circuito que prima la manejabilidad. Aunque mostró la promesa del nuevo y potente turbo de Ferrari, la victoria fue más un testimonio de las habilidades de conducción de Villeneuve, que parecían provenir de otro mundo. 


Mira cómo Gilles Villeneuve ganó el Gran Premio de España, una carrera que nadie esperaba que ganara

Nadie esperaba que triunfara en la siguiente carrera, el GP de España, en el estrecho circuito del Jarama, al norte de Madrid. Los coches británicos —Williams, McLaren, Lotus y Brabham— tenían un manejo más dócil y más agarre con efecto suelo. 


La clasificación confirmó las predicciones de los expertos. Villeneuve era séptimo en la parrilla y su nuevo compañero de equipo, el francés Didier Pironi, quedaba en una lejana decimotercera posición. En la salida, frente al Rey de España en un día de calor sofocante, Villeneuve se colocó en tercera posición. En la decimocuarta vuelta de la carrera de 80 vueltas, se había puesto heroicamente en cabeza. A pesar de los neumáticos defectuosos, el turbo lag y la deficiente maniobrabilidad, Villeneuve aguantó con tenacidad. Piloto famoso por su extravagancia y velocidad, mostraba ahora la otra cara de sus habilidades: inteligencia, resistencia y concentración. 


Utilizó sus famosas habilidades de frenada tardía en repetidas ocasiones. Aprovechó la potencia del turbo del Ferrari para ampliar su ventaja en la recta principal, antes de ser atrapado de nuevo en el tramo de curvas, que era la mayor parte del circuito. Fue una victoria táctica brillantemente disciplinada. Detrás de él, los pilotos intercambiaban posiciones mientras acosaban al pequeño canadiense. 


Villeneuve ya estaba haciendo una excelente temporada cuando llegó al GP de España. Su victoria en Mónaco mostró la promesa tanto del piloto como del nuevo y potente turbo de Ferrari

Cruzó la línea de meta con un tren de coches detrás de él, como había ocurrido durante la mayor parte de la carrera. Los cinco primeros coches quedaron separados por 1,24 segundos tras una de las luchas más feroces de la historia de la Fórmula 1. Villeneuve había ganado carreras mostrando mayor dominio y, sin duda, mayor talento. Pero la mayoría de los expertos consideran que aquella victoria en el GP de España fue su mejor actuación.


El 126C se perfeccionó posteriormente con un motor turbo más fiable y una maniobrabilidad muy mejorada, en parte gracias a una aerodinámica superior. Llevó a Ferrari al Campeonato Mundial de Constructores en 1982 y 1983. 


Lamentablemente, Villeneuve no disfrutó de su transformación. Tras un controvertido segundo puesto frente a su compañero de equipo Pironi en el Gran Premio de San Marino de 1982, murió en la última sesión de clasificación para el Gran Premio de Bélgica. Siempre competitivo, perseguía la pole position, desesperado por ir más rápido. Solo tenía 32 años. 


Hoy en día, el circuito de Montreal que alberga el GP de Canadá lleva su nombre y hay un busto de bronce de Gilles Villeneuve a la entrada de la pista de pruebas de Ferrari en Fiorano.  Su hijo Jacques, de 11 años en el momento de la muerte de su padre, ganó el Campeonato del Mundo de 1997.