Lauda campeón en 1975
Tras las tres victorias conquistadas en 1974, dos de Niki Lauda y una de Clay Regazzoni, Enzo Ferrari se sentía confiado de cara al Campeonato Mundial de 1975. El nuevo 312 T aún no estaba listo para empezar la temporada, pero los pilotos eran los mismos y, en cualquier caso, el 312-B3 podía garantizar la competitividad. O al menos eso pensaban.
En realidad, en Argentina y Brasil, sus rivales demostraron haber encontrado la clave del éxito y la Scuderia Ferrari tuvo que contentarse con entrar en la zona de puntos con dos cuartos puestos para Regazzoni, y un quinto y sexto puesto para Lauda. El viejo B3 no se adaptaba a los nuevos compuestos de los neumáticos Goodyear. Entonces Ferrari pidió a su equipo técnico que acelerase la preparación del nuevo monoplaza para su estreno en Sudáfrica.
El 312 T era completamente nuevo con respecto al modelo anterior. Mantenía el motor Boxer, pero había adoptado el cambio transversal, es decir, montado delante de los ejes de las ruedas traseras, de ahí la T del nombre. El objetivo era trasladar todo el peso posible al centro. De este modo, el monoplaza sería más corto y manejable. El chasis tenía forma de trapecio, con los costados trazando una línea más aerodinámica. También eran nuevas las suspensiones, que mejoraban el rendimiento de los neumáticos, así como el gran alerón trasero, montado en voladizo. La toma de aire se mantenía, pero ahora era blanca y llevaba los colores de la bandera italiana a ambos lados.
En Sudáfrica, los coches aún no estaban a punto y faltaba fiabilidad, sin embargo Lauda llegó quinto. En las jornadas de pruebas posteriores al Gran Premio, aún en Kyalami, Lauda llegó a mejorar el tiempo de la pole y, en una carrera no válida para el Campeonato del Mundo celebrada en Silverstone, conquistaba la primera victoria con el 312 T.
En España, Lauda volvió a ser el más rápido en las pruebas, pero los pilotos de la Scuderia se quedaron fuera de la competición por un accidente durante la carrera. Sin embargo, el viento estaba a punto de cambiar. A partir del Gran Premio de Mónaco, todo empezó a tomar el rumbo adecuado. El austriaco fue muy meticuloso con la puesta a punto y la elección de los neumáticos, y encadenó una serie de victorias sonadas que lo llevaron a lo más alto de la clasificación del campeonato. Venció tres carreras consecutivas, Mónaco, Bélgica y Suecia, seguidas de una segunda posición en Holanda y, de nuevo, un primer puesto en Francia. A continuación, anotó dos terceros puestos en Alemania e Italia que consolidaron su dominio en la clasificación y lo coronaron Campeón del Mundo de forma anticipada.
La temporada se cerró a lo grande en Estados Unidos con otra victoria en una país muy importante para la venta de los modelos de serie. Regazzoni fue el primero en Monza y obtuvo dos podios en Alemania y Francia, lo que le valió un quinto puesto en la clasificación general y contribuyó a dar a la Scuderia Ferrari el mundial de constructores.
Habían pasado once años desde el doble título del mundial de pilotos y constructores conseguido con John Surtees en 1964. El año 1975 abría una nueva era y permitía presagiar otros éxitos para los años venideros.