Pasión
Una sinfonía de cuerdas y cilindros
El Ferrari 250 LM emite una de las notas de escape más melodiosas de todos los tiempos pero, mientras hoy burbujea armoniosamente en Maranello, a su motor V12 lo acompaña otra música: la de Emanuel Graf y su violonchelo Stradivarius.
Graf es uno de los violonchelistas más consumados de su generación. Sin embargo, más allá de su virtuosismo musical, el estuche de violonchelo de Graf, en Rosso Corsa, sugiere otra pasión: un amor de toda la vida por el Cavallino Rampante.
«Siempre me ha fascinado Ferrari», sonríe. Mi héroe era Michael Schumacher y el sonido del Ferrari V10 de finales de los años 90 es inolvidable, como una pieza musical. La forma en que alcanza las revoluciones máximas sin esfuerzo me recuerda a un cantante de ópera relajándose para alcanzar las notas altas: la potencia proviene de lo más profundo del cuerpo, no de la garganta».
Vea y escuche la virtuosa actuación de Emanuel Graf en Maranello
Inspirado por Schumacher, Graf solía correr frecuentemente en su pista local de karts e incluso soñaba con una carrera en el automovilismo. «Al final ganó la música, pero mi amor por Ferrari nunca se ha extinguido», explica.
Graf ha trabajado con célebres directores de orquesta, como Mariss Jansons y Gianandrea Noseda, y ha tocado en prestigiosos escenarios de todo el mundo. Durante la última década, ha sido primer violonchelo de la Orquesta Estatal de Baviera y disfruta de los conciertos en vivo.
«Cuando tocas para un público, lo sientes», explica. «A veces, en un momento de intensidad, 2000 personas contienen el aliento al mismo tiempo. Hay una interacción, una energía. Compartir música de esta manera y conectar con la gente es verdaderamente especial».
Graf siempre ha sentido pasión por Ferrari, como lo demuestra el estuche de su violonchelo Rosso Corsa
En 2022, Graf recibió en préstamo indefinido el «L’Evêque de La Rochelle», un Stradivarius fabricado por Antonio Stradivari en 1690. Dada la rica procedencia del instrumento, los paralelismos con los coches más emblemáticos de Ferrari son claros. Graf cita la serie Ferrari 250 como especialmente inspiradora. «Como violonchelista, tienes que enamorarte de este coche», asegura, refiriéndose a cómo la curvilínea silueta del 250 Testa Rossa evoca las curvas del cuerpo de un violonchelo.
El 250 GTO, por su parte, le impresiona por su perfecta fusión de forma y función. «No se trata solo de hacer que un coche sea hermoso. Un 250 GTO tiene el aspecto que tiene porque funciona», sostiene con entusiasmo. «Es la misma filosofía de los grandes instrumentos de cuerda italianos. Un Stradivarius es hermoso, pero tiene esa forma porque produce el mejor sonido».
En Maranello, Graf tuvo su primer encuentro con el 250 LM. Al arrancar el motor, se embarca en una sinfonía de 12 cilindros cuya inducción ruge ansiosa tras cada toque del acelerador. Pronto, improvisa sobre los ricos y cálidos tonos con su Stradivarius, una fusión de lo orgánico y lo mecánico.
Graf tocó para Piero Ferrari en Maranello y conoció de cerca no uno, sino dos Ferrari 250 LM
«La música y los motores comparten algo fundamental: armonía», dice. «Un motor bien construido funciona como una pieza musical perfecta. Todos los componentes actúan al unísono. Y cuando ajustas el acelerador, es como una modulación musical. Los motores de Ferrari, especialmente los V12, tienen la complejidad, la estructura de armónicos de un Stradivarius. Lo escuchas y también lo sientes en el cuerpo».
Graf cree que los paralelismos entre los coches y la música tienen una profundidad que va más allá del sonido, que impregnan toda la experiencia de conducción. «Hay una conexión fascinante entre la música y la conducción. Ambas requieren sensibilidad, precisión y comprensión del ritmo. Cuando conduces un Ferrari por una carretera sinuosa, más que mirar el cuentarrevoluciones, escuchas el sonido del motor. Oyes cuándo tienes que cambiar».
Graf aún no tiene un Ferrari, pero espera poder adquirir algún día el coche de sus sueños. En Maranello, el Purosangue llama su atención. El modelo más versátil de Ferrari combina un melodioso motor atmosférico y una ágil tracción a las cuatro ruedas con cuatro asientos y un generoso espacio para equipaje, fundamental para los dos hijos pequeños de Graf, que han heredado su pasión por el Cavallino Rampante, y para el preciado violonchelo Stradivarius, guardado de forma segura dentro de su estuche Rosso Corsa.