Y, sin embargo, entre este arsenal de cámaras, drones y vehículos extra, hay una pieza de equipamiento crucial que no es más que lona estirada sobre una pieza de metal. Se trata de la carpa. Y en esa carpa, oculta, lejos de las miradas indiscretas, está la estrella del espectáculo: el revolucionario 296 GTB híbrido enchufable V6 a 120° de Ferrari.

Tan nuevo que aún funciona bajo el nombre en clave de 171, el 296 GTB recala en la isla mediterránea de Cerdeña bajo el más absoluto secreto. De hecho, hemos elegido Cerdeña como lugar de rodaje exclusivamente por sus enclaves tan remotos. A pesar de estar cerca de Sassari, la segunda ciudad más importante de Cerdeña, el circuito de carreras de Mores parece estar en medio de la nada y la carretera de la costa al sur de Alghero, nuestro segundo lugar de rodaje y donde nos encontramos hoy, es increíblemente tranquila, aunque debemos reconocer que todo esto se ha visto agravado por la pandemia.

No obstante, hay algo de tráfico, rostros curiosos pegados a las ventanas, preguntándose por qué hay tanta gente alrededor de una carpa. El tiempo está en nuestra contra, primero una ligera lluvia, luego el sol, después tormentas... finalmente las nubes se abren, la policía bloquea la larga y sinuosa carretera en ambos extremos y el piloto de pruebas de la fábrica de Ferrari se sube al coche y pulsa el botón de arranque. Como estamos a punto de descubrir, no existe carpa alguna en el mundo que pueda ocultar el maravilloso sonido de un 296 GTB. El V6 alcanza una nueva potencia para un coche de producción con 221cv por litro y suena, por increíble que parezca, como un V12 atmosférico. Y entonces, desaparece sin más, la combinación del V6 y el motor eléctrico, que entregan una potencia inmediata de 830 CV (el tiempo de respuesta del acelerador es cero), dejando al dron, al coche de acompañamiento y a todo el mundo boquiabierto. Es bonito, hace ruido y es rápido. Visto y no visto.

Perseguir al único 296 GTB de preproducción del mundo por una carretera sinuosa en una isla mediterránea de tamaño medio, a kilómetros de cualquier lugar, tiene algo de estimulante y de aterrador. Por necesidades de rodaje, el coche tiene que rugir y, aunque no nos acerquemos al límite de sus revoluciones (8.500 rpm), el piloto tiene que darlo todo. Un error y todo habrá sido en vano. No es un trabajo apto para cardíacos, pero Ferrari ha enviado a lo mejor que tiene, y su cara lo dice todo mientras pasa a toda velocidad por delante de nuestras cámaras y se aleja por la costa, con la elegante Berlinetta roja enaltecida por el increíble telón de fondo creado por el azul del Mediterráneo.